Los amish son hackers
13 de marzo de 2009 por paaqEl editor de Wired Kevin Kelly, un especialista en la relación entre personas y tecnologías, ha escrito en su web personal un fascinante artículo: Amish Hackers, en el que describe el sensato y avanzado uso que hacen de la tecnología.

Míralos qué sanotes. Foto de seoulman66
Sí, hablamos de los amish que cultivan maíz a mano, visten como campesinos de Millet -barbas y tirantes ellos, cabello cubierto y vestido largo ellas- y tienen fama de haberse quedado tecnológicamente congelados en algún momento de hace siglos. Bien, pues no: los amish evolucionan y adoptan nuevas tecnologías, solo que a un ritmo más lento que el nuestro. No son luditas, son conservadores; y tienen sus razones para ello.
La primera es el arraigado sentido de comunidad que sienten. Cuando los automóviles se hicieron populares a principios del siglo XX, los amish notaron que se solían usar para viajar lejos de casa y comprar en comunidades ajenas, debilitando así el entorno social cercano.
Por otra parte, los amish no desean depender del mundo exterior. No es que les caigamos mal, es que son autárquicos. Cultivan su propia comida, construyen sus propias casas y fabrican sus propios carros. Cuando hace décadas supieron de la electricidad percibieron que la dependencia mediante cables a una central eléctrica les mantendría excesivamente conectados a los ritmos de la ciudad. Sin embargo, gracias a los adelantos en placas fotovoltaicas, hoy en día los amish hacen un uso moderado de la electricidad en sus casas para cafeteras y otros pequeños electrodomésticos.
Los amish separan pulcramente los conceptos de posesión y disfrute. Mientras que la inmensa mayoría de ellos no tiene coche, muchos contratan comunalmente automóviles para el transporte diario al trabajo -sí, hay amish obreros- o a la escuela. Lo importante es no tener en casa una máquina que no puedan reparar ellos mismos, haciéndoles dependientes de la industria automovilística.
Otros conceptos muy diferenciados son el del hogar y el trabajo. Por norma general, el espacio doméstico es el último rincón al que llega la tecnología. Un artesano amish no tendrá muchos problemas en adquirir un motor diesel para mover su maquinaria agrícola -siempre que pueda repararlo- pero probablemente siga iluminándose con candiles en su dormitorio. Así, el hogar es un depositario de la vida sencilla sin interferencias tecnológicas, mientras que el trabajo diario exige un alto grado de maestría. Los amish no van a la universidad, se ponen a trabajar con sus padres cuando terminan la secundaria. Y se especializan en tecnologías como, por ejemplo, la electricidad amish: el uso centralizado de aire comprimido para accionar aparatos domésticos, a base de un compresor diesel y tubos neumáticos que recorren la casa. Hay artesanos amish que adaptan batidoras, lavadoras o máquinas de coser reemplazando su motor eléctrico por otro propulsado por aire.

Ventilador hackeado para funcionar con de aire comprimido. Foto de brad2021hk
La maestría en el trabajo manual es característica de los amish. La electricidad amish requiere precisiones exquisitas en el ajuste de docenas de tubos y boquillas que pueden conformar un sistema. Cuenta Kevin en su artículo cómo un barbudo artesano del metal tenía en su patio trasero una máquina CNC del tamaño de una furgoneta de casi medio millón de dólares. También, en su visita a una fábrica de carruajes, pudo comprobar que los leds, las ballestas de fibra de carbono y otras modernas tecnologías recorren el interior de los austeros y característicos buggys tirados por caballos.
Las pautas de adopción de tecnologías por parte de los amish serían más o menos así: un amish especialmente curioso -un amish geek- tiene noticia de una tecnología que él cree que sería beneficiosa para la comunidad. Así que se lo expone al obispo, y éste, tras meditarlo, le permite probar esa tecnología, pero siempre enfocada al bien común y bajo atenta vigilancia de familiares y vecinos. Al cabo de un tiempo, los pros y los contras son evaluados y se toma una decisión. La comodidad no es para los amish un factor tan importante como para nosotros, por lo que los posibles malos usos son muy tenidos en cuenta: los móviles, que han sido bastante aceptados, fomentan la individualidad, así que no se pueden llevar encima. Ahora mismo los debates más candentes entre los tecnólogos amish tienen que ver con la fecundación artificial e internet.
La comunidad amish no es tan homogénea como nos han hecho creer las películas. Están los amish de la vieja guardia, los más populares y conservadores, los mennonitas, los progresistas beachy amish, y así docenas de grupos más o menos integrados en la cultura americana. Cada uno de estos grupos toma sus propias decisiones sobre aceptar o rechazar cada tecnología, y ha habido follones importantes: en los años 20, tras intensos debates sobre la adopción del teléfono, se escindió un quinto de todos los amish. De todas formas, esta tabla aclara un poco los conceptos:

Según Kevin, la media de retraso en el uso de tecnologías es de aproximadamente cincuenta años. Al cabo de ese tiempo, la tecnología se ha estandarizado, la relación coste-beneficio está clara, y es mucho más barata. Parecen buenas razones para mantener un estilo de vida.
Lo vio skotperez en kottke
Publicado en Links, Obsolescencia |
17 Comentarios »


