Obsoleto de hoy: Franco Recchia
14 de diciembre de 2010 por paaqPermítanme que cite algo que decía hace un año:
tuvimos dudas de si considerar a Kenny Irwin un artista o un friki de internet (¿es que hay que elegir?) hasta que vimos su obra a la venta. Sin duda, esos veintiséis mil dólares [precio al que vende sus obras] le acreditan como artista
Al contrario que Kenny Irwin, Franco Recchia es un señor serio, un maduro artista italiano de cuyas pintas nadie sospecharía. El señor Recchia se dedica a la escultura de pequeño formato. A veces usa componentes de ordenador, que es la excusa por la que podemos hablar de él, hoy, aquí. Los microsiervos hablaron de él el otro día e incluso a ellos les pareció excesivo el precio al que se venden sus obras. Pero qué sabrán esos geeks de arte, ¿verdad? Veamos:
Franco vende obras como ésta en una web, ARTmine.com, y pide unos cuatro mil euros por cada una. Y… sí, se trata de componentes informáticos ensamblados para simular una maqueta de ciudad. Paralelepípedos rematados con antenas, materiales ligeramente extravagantes, un pelín de sentido compositivo… y hale, ya tenemos obra de arte ¿Demasiada cara dura?
Antes de seguir por ahí, me gustaría sacar a colación el caso de una estatua que el ayuntamiento de Palencia encargó para honrar a la ídola local Marta Domínguez, encargo que se ha caído por su propio peso este fin de semana tras haberse destapado una red de tráfico de sustancias dopantes. En este caso, el escultor local Luis Alonso Muñoz ya había realizado la obra, que supongo que ahora tendrá que refundir. La estatua iba a costar 48.000 euros ¿Es una estatua de una corredora diez veces más digna, o diez veces más valiosa, que una maquetilla hecha con fuentes de alimentación? Mejor todavía: ¿quién pagaría ahora mismo un solo euro por una estatua de Marta Domínguez?
Efectivamente, el arte es muy difícil de valorar. No hay un mercado de estatuas de Marta Domínguez -y si lo había, saltó po los aires anteayer- por lo que Luis Alonso habría ganado un dinero en base a un encargo inspirado no en la vocación artística, sino pueblerina. Digámoslo claro: esto era un pelotazo, y le ha salido mal al artista por los pelos. Nos produce pena y dolor que un artista se tenga que comer los mocos, pero aceptaremos que, al menos, Franco Recchia intenta tener un precio y ceñirse a él vendiendo sus obras en el mercado libre, mientras que artistas como Alonso Muñoz se ganan la vida conchabados con las administraciones públicas; ejecutores mediocres de las mediocres ideas de los políticos. Y sí, estoy generalizando mucho.
No sé si ha quedado claro, pero resumiré esta parrafada con un ole tus huevos, Franco, si consigues vender tus esculturas a esos precios. No seré yo quien critique el estilo ingenuo y severo, a lo Aldo Rossi, la cuidadosa ejecución de las uniones de los componentes, el pequeño tamaño -que siempre juega en contra de la credibilidad de la obra- o esos pedestales con patitas. Al fin y al cabo, no tengo ni idea de arte. Los microsiervos no se comprarían Manhattan 3. Los obsoletos tampoco gastaríamos dinero en algo que nos recuerda tanto al contenido de nuestras abarrotadas estanterías. Pero Franco Recchia es un artista, todos los artistas le parecen caros a alguien; los que viven de ello, como Recchia, le parecen baratos a alguien.
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