Autobuses en el Sáhara
14 de julio de 2009 por paaqNuestra amiga Valeria estuvo en la pasada Columna 09, un viaje de mil personas desde Europa a los campos de refugiados saharauis para llevarles todo tipo de material imprescindible para la vida: desde comida a instrumental médico y compañía, y para manifestarse ante el muro que ha construido Marruecos para aislarlos físicamente de su patria. La vida no es fácil en el corazón del mayor desierto del mundo, donde más de cien mil personas se afanan en sobrevivir, lejos de su tierra y olvidados por el mundo. Dada la nula productividad del desierto y la temporalidad de las construcciones de los campamentos, todo ha de llegar desde el exterior, desde la comida hasta la ropa. Cada año se organizan desde España algunos viajes colectivos como la Columna 09, además de las campañas de acogida temporal de niños saharauis durante el verano. También es relativamente común que algunos ayuntamientos hagan donaciones. Y hasta ahí, porque los políticos españoles con algo de capacidad de influir en esta situación no han dicho esta boca es mía en los últimos treinta años.
Tras el agua, el transporte es uno de los aspectos más complicados de resolver en la sociedad de los campamentos saharauis. La mayoría de los refugiados no van a ir a ninguna parte, pensamos, pero hay que llevar a la gente de un campamento a otro, ya sea a trabajar por la mañana o al médico en Rabouni. Hay que mover mercancías, traer comida, en fin: crear una red de transporte que cumpla con las necesidades de la población. Aunque sea en medio del desierto. Aunque sea en autobuses donados desde Europa. Así es como Valeria, romana de toda la vida, levantó la cabeza cuando se subía al autobús que les llevaría a la manifestación frente al muro marroquí, y descubrió que iba a viajar en un antiguo autobús municipal de Roma:
Efectivamente, los saharauis viajan en los autobuses que les damos los europeos cuando ya están viejos. Grafiteados pero usables, se montan en un barco y recorren Argelia de norte a sur, hasta su destino final en Tinduf. Aquí un autobús vasco (creí que era madrileño), recorriendo las rutas del desierto:
Cada vehículo suele llevar una pintada que indica la asociación o institución que ha hecho posible que esté allí. Véase este autobús de Hermanos Gabeiras, empresa radicada en Pontes de García Rodríguez, donado al parecer en nombre de todos los gallegos:
Hablando de Galicia, este otro autobús verde cumplió servicio en Vigo:
Con tanta variedad, la explanada donde se reúnen los autobuses muestra algo más de colorido del que suele haber en los pardos campamentos:
Tal vez la mejor prueba de que los saharauis han conseguido crear una sociedad viable en medio del desierto son sus vertederos. Pueden ser refugiados y exiliados, pero son capaces de arrojar aquello que ya no les sirve como el europeo más blanquito. El cementerio de autobuses guarda la memoria de los transportes de pasajeros por Tinduf en las últimas décadas:
Ya que estamos con el Sáhara, leí el otro día en Ison21 sobre la campaña de Cocinas Solares Solidarias, que busca llevar allá 35 cocinas solares que contribuirán al ahorro energético. Los saharauis viven en el desierto, pero no les sobra el petróleo, y sí el sol. Son 150 euros cada cocina, algo caro para donaciones individuales, pero muy adecuado para pequeños colectivos, escuelas o instituciones que quieran ayudar a nuestros hermanos saharauis.
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